miércoles, 5 de mayo de 2021

A veces, de vez en cuando, 

me doy cuenta que tengo problemas con mi cuerpo,

me refiero a esa construcción social y cultural 

que tenemos sobre los cuerpos,

esa concepción hegemónica que nos domina

y domina nuestra propia mirada. 


Es un cliché decirlo, 

pero es increíble que algo tan absurdo 

logre corrernos del plano 

de lo que de verdad

pasa en la vida. 

Porque veo que

cuando me individualizo, 

desconozco el valor de esta piel, 

de estos huesos,

de estos ojos 

y esta fuerza,

que me permiten 

moverme, oler, respirar, 

comer, dormir,

caminar, pedalear,

sentir el sol,

sentir la lluvia,

el placer, 

el dolor, 

reirme y llorar, 

en definitiva sentir con este cuerpo 

como primera línea para habitar este mundo. 

Al cuerpo lo que lo traiciona es la cabeza,

porque es tan absurdo,

como ridículo dedicar tiempo a 

a distraer a la mujer que habito

en lo bobo, en lo tonto, en lo superfluo. 


***


Lo que pasa es que nos toca habitar este mundo entre tanta angustia, 

que nos distraemos en lo fácil

y nos olvidamos de la posibilidad de lo alterno, 

de lo distinto, 

de la fantasía que enciende 

para idear, inventar, proyectar 

una sociedad sobre todo más justa. 


De verdad creo que sentir en este mundo

no consiste en lo biológico,

tampoco en lo civilizatorio, 

donde el objetivo de la vida es prolongarla porquesi;

sentir, en estos tiempos 

donde este mundo de tan acelerado que está, resulta aburrido, 

requiere de la voluntad de abrir bien grandes los ojos,

aprender no solo a apreciar lo finito,

lo fugaz, lo maravilloso y lo bello, 

sino también a acercarse,

a dejar de cubrir, porque descubrir es también

observar con atención aquello que 

como si estuviera tapado

nos acostumbramos a no mirar.


¿Es que cómo se puede descubrir más 

y mejores formas de vivir, 

si individualizamos esa búsqueda?

¿Por qué? ¿Por qué lo hacemos?

¿Por qué abstraemos nuestros cuerpos, 

nuestras vidas, juzgandolos, castigandolos,

dañandolos?

¿Por qué distraemos nuestras miradas?

¿Es que cómo aprendemos a construir 

un mundo mejor,

sin amor por lo propio,

sin amor por lo colectivo,

cómo vivimos si no soñamos

con vivir en un mundo mejor?


***


Sí, siempre la utopía presente. 

Es que si no estamos acá para vivir,

lo que de verdad se dice vivir con plena luz,

¿para qué vivimos? 


 

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