A veces, de vez en cuando,
me doy cuenta que tengo problemas con mi cuerpo,
me refiero a esa construcción social y cultural
que tenemos sobre los cuerpos,
esa concepción hegemónica que nos domina
y domina nuestra propia mirada.
Es un cliché decirlo,
pero es increíble que algo tan absurdo
logre corrernos del plano
de lo que de verdad
pasa en la vida.
Porque veo que
cuando me individualizo,
desconozco el valor de esta piel,
de estos huesos,
de estos ojos
y esta fuerza,
que me permiten
moverme, oler, respirar,
comer, dormir,
caminar, pedalear,
sentir el sol,
sentir la lluvia,
el placer,
el dolor,
reirme y llorar,
en definitiva sentir con este cuerpo
como primera línea para habitar este mundo.
Al cuerpo lo que lo traiciona es la cabeza,
porque es tan absurdo,
como ridículo dedicar tiempo a
a distraer a la mujer que habito
en lo bobo, en lo tonto, en lo superfluo.
***
Lo que pasa es que nos toca habitar este mundo entre tanta angustia,
que nos distraemos en lo fácil
y nos olvidamos de la posibilidad de lo alterno,
de lo distinto,
de la fantasía que enciende
para idear, inventar, proyectar
una sociedad sobre todo más justa.
De verdad creo que sentir en este mundo
no consiste en lo biológico,
tampoco en lo civilizatorio,
donde el objetivo de la vida es prolongarla porquesi;
sentir, en estos tiempos
donde este mundo de tan acelerado que está, resulta aburrido,
requiere de la voluntad de abrir bien grandes los ojos,
aprender no solo a apreciar lo finito,
lo fugaz, lo maravilloso y lo bello,
sino también a acercarse,
a dejar de cubrir, porque descubrir es también
observar con atención aquello que
como si estuviera tapado
nos acostumbramos a no mirar.
¿Es que cómo se puede descubrir más
y mejores formas de vivir,
si individualizamos esa búsqueda?
¿Por qué? ¿Por qué lo hacemos?
¿Por qué abstraemos nuestros cuerpos,
nuestras vidas, juzgandolos, castigandolos,
dañandolos?
¿Por qué distraemos nuestras miradas?
¿Es que cómo aprendemos a construir
un mundo mejor,
sin amor por lo propio,
sin amor por lo colectivo,
cómo vivimos si no soñamos
con vivir en un mundo mejor?
***
Sí, siempre la utopía presente.
Es que si no estamos acá para vivir,
lo que de verdad se dice vivir con plena luz,
¿para qué vivimos?
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