Somos hijas, hijos, nietos y nietas
de quienes enfrentaron al terror,
de quienes nos enseñaron a soñar con la esperanza
de que la primavera siempre vuelve a florecer.
¿Cómo nos vamos a curar del espanto
de este sistema tan salvaje,
si nos resignamos al olvido
de los sueños, la esperanza,
la fantasía, la idea de una sociedad más justa?
Necesitamos una humanidad que sienta,
que abran bien los ojos,
que sueñe en clave colectiva,
que sea valiente,
porque ¡necesitamos crear una nueva civilización!
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