12/11/18
Anoche mientras dormías
pensé en soltarte,
al compás del insomnio
lo pensé una, dos, tres y muchas veces.
No sé cómo se construye
esto que pasa.
Tampoco sé como se equilibran
tus dudas y mis miedos,
cómo acaso puedo ser tu refugio
y, a la vez, tu prescindible.
Sí. Porque lo soy.
Me necesitas
sin buscarlo ni entenderlo,
pero sé, en serio sé,
que al mismo tiempo
algo de mi no te alcanza.
Anoche mientras dormías,
mientras deseaba que me abraces
y no me sueltes;
mientras deseaba que me mires
acariciándome con la mirada,
como muy de vez en cuando lo haces,
pensaba en soltarte.
Sí, ni una, ni dos, ni tres.
Ni hoy ni sólo anoche.
Muchas veces son las que pienso en soltarte.
Después me duermo,
al rato me despierto y te veo,
con ese parpadeo tan tuyo,
y ahí sutilmente encuentro esa caricia
a través de la mirada.
Me decís, entonces,
que arriba,
que me haces un mate,
y es cuando me motorizas,
porque siempre hay algo más
para que hagamos por delante.
Entonces, recién entonces,
me pregunto cómo podría soltarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario