Esa mujer, decían los reyes del odio,
a quien ni siquiera se atrevían a nombrar.
Esa mujer, tituló Rodolfo Walsh
para explicar la miserabilidad
de lo que hicieron con su cuerpo.
Es esa mujer,
la abanderada de los pobres
la jefa espiritual de la Nación
la primera peronista de Perón,
quien llegó de un pueblito ninguneada
y forjó su corta vida apurada,
apurada por el amor, por la lucha,
por el pueblo, por los cabecitas
y por los descamisados.
Es quien no necesitó ser una intelectual,
porque bien supo cuál
era el verdadero camino del pueblo
para dignificarse y ser feliz,
bien supo de la Justicia,
de la Soberanía y
de la Independencia.
Quién más que Evita,
pudo habernos dejado
esas banderas para enarbolar
en su nombre y hasta la victoria.
Quién más que Evita,
para señalar el camino
hacia la conquista definitiva
de la felicidad del pueblo.
a quien ni siquiera se atrevían a nombrar.
Esa mujer, tituló Rodolfo Walsh
para explicar la miserabilidad
de lo que hicieron con su cuerpo.
Es esa mujer,
la abanderada de los pobres
la jefa espiritual de la Nación
la primera peronista de Perón,
quien llegó de un pueblito ninguneada
y forjó su corta vida apurada,
apurada por el amor, por la lucha,
por el pueblo, por los cabecitas
y por los descamisados.
Es quien no necesitó ser una intelectual,
porque bien supo cuál
era el verdadero camino del pueblo
para dignificarse y ser feliz,
bien supo de la Justicia,
de la Soberanía y
de la Independencia.
Quién más que Evita,
pudo habernos dejado
esas banderas para enarbolar
en su nombre y hasta la victoria.
Quién más que Evita,
para señalar el camino
hacia la conquista definitiva
de la felicidad del pueblo.