domingo, 3 de mayo de 2020

Es que no entiendo si estamos en una competencia o si se está destilando odio descomunal.
Nunca pude entender esa necesidad que algunas personas sienten por enojarse, resentirse o creerse ninguneadas por el reconocimiento a otras.
Sí, podemos pensarlo en términos salariales.
Pero es un fenómenos que se observa también en términos morales.
Qué es eso de hacer competencia, pegarnos a codazos o intentar destacarnos sólo por el reconocimiento de lxs de arriba.
¿Acaso se perdió el deseo por la legitimidad de los pares?
¿O es que acaso, aún peor, hay quienes no quieren concebir a la compañera o al compañero como par, al laburante como igual?
¿Es tan importante en serio, que tracemos categorías, dividamos nuestras profesiones, nuestros oficios, nuestras labores; para utilizar esa división como arma contra el de al lado?
Es que en serio no lo entiendo. Me parece un fenómeno de lo más extraño.
Entiendo que peco de utópica
al pretender que todas y todos podamos tener los mismos derechos,
el mismo acceso a cuestiones tan pero básicas.
Pero, ¿no es un poco mucho esta necesidad latente
de compararnos los unos con los otros,
esperar que a mi me vaya mejor a costa de que al otro le vaya peor;
o pretender que si a mi no me va que al otro tampoco le vaya?

Pensándolo en términos materiales,
yo creo que seguimos viviendo en un mundo
dividido entre los que trabajamos,
y los que viven (se enriquecen) con nuestro trabajo.
Ojalá hagamos el esfuerzo de entender
el complejo plano estructural de quienes manejan el capital
pero muy lejos están de nuestra vida real.

Lo que me angustia,
me duele en términos de civilización,
en términos de cultura.
Si quieren en términos espirituales,
que en definitiva, para comer, para vivir
somos mayoría quienes necesitamos de nuestra fuerza de trabajo.
¿Entonces, en serio, qué carajo nos diferencia?