domingo, 15 de diciembre de 2019

Busco la libertad de mi sentir,
busco sentirme liviana,
sin explicaciones,
sin condicionamientos,
solo sentir.

Hoy siento que no puedo sentir,
que no puedo expresar,
que no puedo desear.

Vos sé, viví, sentí, deseá.
Pero yo, así, con vos,
no termino de vivir,
de vivir,
de sentir
ni de desear,
porque estoy atada
del no poder,
del hasta acá,
del no digas
ni demandes,
porque sino todo se
quiebra.

Que soy yo,
que es mi inconformismo;
ya no lo sé.

Nos merecemos cosas lindas,
tenemos que hacer que cosas lindas nos sucedan

y así
no suceden.

Nunca dejemos de buscar
la libertad

lunes, 18 de marzo de 2019

Soltar(te)

Y de repente tuve que buscar herramientas
que me ayuden a acercarme al olvido.

No es fácil
cuando la rutina
nos ha (a)cercado
en el día
y en la noche,
en lo personal
y en lo colectivo.

No hemos podido querernos
más allá de nuestras subjetividades:
vos no pudiste asincerarte
ni con tus propios sentimientos;
yo no puedo ver más allá
de mis propias debilidades.

Ya no te juzgo.
Me juzgo a mi,
por sentir tanta disconformidad
por la innecesaria complejidad
que construimos
en lo que fuimos,
en lo que somos,
en lo que pudimos ser.

Entonces me agarra el impulso,
intentando salir rápido de acá,
y agarro nuestro chat,
que es casi como un diario de nuestro vínculo.
Lo reviso. Fechas. Fotos.
El cliché de siempre.

Intento entender hacia donde mutamos,
que espero yo,
que esperas vos.
Vos también te conformas
y no puedo aceptar que lo hagas.

No logramos trascender
hacia algo más sano
o algo más lindo.
Ya no me haces bien
y yo me enojo.
Lo sé, tampoco te hago bien
y me estoy convirtiendo
en algo tóxico.
No quiero ser eso,
ni para vos ni para mi.

Hoy,
si de vos me dijeran
que nos podemos encontrar
en otro momento,
yo les diría que ya no quiero.
No porque no te quiera,
sino porque descreo
de nuestra capacidad de poder hacerlo.

Es como una especie de decepción.
Decido borrar el chat completo,
con el mismo deseo de borrar algo
que escribí y no me gusta;
con las mismas ganas de que exista
la maquina de Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos.

Ahora me queda poner en práctica
la distancia
para poder
soltar(te)
y, quizás, poder
reconvertir(nos).


sábado, 9 de febrero de 2019

Veinte mil días más

08/02/19

Queremos que sea simple, dijimos los enroscados. Es que cómo hacerlo simple si estamos sumergidos en tus no sé y en mis inseguridades. Qué no sabes, no querés tampoco saberlo. Ante la duda, mejor dejar que la psiquis trabaje y opere sola. Inseguridades por qué, pensarás, y yo respondo que si entendiera los por qué sería algo ya tan trabajado que hace rato lo hubiese convertido en fuerza que me ponga en otro lado. No soy el victimario, decís vos; bueno, yo no quiero ser ni parecer la victima, te digo yo. Este es otro capítulo fundado en las palabras insuficientes, en las que no pude decir, en los gestos que no me permito -ni me permitís- expresar. Si hoy me preguntaras qué quiero con vos, diría que poder darte un amor libre y en libertad. Libre de qué, pensarás; de nosotros mismos, en lo más amplio del concepto. Y diría que hoy, hoy si quisiera que vos también sientas ese amor, libre, pero amor al fin. Pero con vos aprendí a hablar de deseo y de demanda. Entendí que nada de lo que se exige se sostiene en el tiempo. Y como puedo atreverme a tirar de la soga con alguien con quien no sabemos cual fue, es o será el vínculo, cómo mutará o a donde nos conducirá. Pero en todo eso hay algo en lo que coincidimos, nos queremos en nuestras vidas -de x forma- hasta dentro de por lo menos veinte mil días. Y no sabemos ni cómo vamos a ser ni que vamos a hacer. ¿Será que está dependencia seguirá o será que trascenderemos a un estadio desconocido? Vos me lo dijiste una de las primeras charlas, en un bar, en el medio de todos bailando: vos y yo nos vamos a encontrar siempre. Y no me lo dijiste desde el romance, me lo dijiste desde lo humano. Y yo hoy, desde el romance, solo deseo que no haya romance, sexualidad, amistad o circunstancia alguna que nos corra de esa conexión auténtica (quizás lo único verdaderamente simple) que no se si será para siempre, pero ojalá que eso dure por unos veinte mil días más.